Desde que se depreció el yuan hace unas semanas, hemos visto como los mercados han reaccionado mal no, peor. Por eso todo lo que asociamos a esta depreciación es como norma general negativo. Un choque a nivel mundial, la que ha sido la devaluación más grande en los últimos 20 años, fue sin duda la noticia del verano, y relegó a un segundo plano a la crisis griega y a la posible subida de tipos de interés de la FED.
Pero, ¿realmente es algo malo? ¿A quién beneficia? Desde ETFtrends, y con colaboradores de Reuters, han intentado sacar una conclusión al menos buena que incluya a los inversores. Preguntas cómo ¿está el mundo más expuesto a llegar a una deflación? ¿Mayor incertidumbre supone nuevas depreciaciones en el mercado de emergentes? ¿O es algo pasajero?
Primero vamos a arrojar un poco de luz sobre el tema diciendo que una caída del 4% no es grande. Para ello hay que considerar lo siguiente:
- La moneda es uno de las pocas divisas que se han apreciado frente al dólar en los últimos cinco años (hasta el 6%), según datos de Thomson Reuters. El yuan ha subido un cuarto en una base ponderada por el comercio y ha derrotado a todas las monedas durante el mismo período, según los datos.
- Una depreciación real, digamos un 10% más, podrían estimular las exportaciones y llegar a la deflación global. Esto simplemente no ha sucedido, todavía.
- El pequeño movimiento ayuda modestamente el comercio neto, en sí mismo un contribuyente modesto al crecimiento económico de China.
Lo que importa más, es este cambio, marca el comienzo de un período de depreciación de la moneda sostenido. Apreciación lenta y sustancial del yuan en la última década, lo que indica que Pekín había abandonado el uso de su política de divisas (FX) para estimular la economía. Desempolvar esta herramienta y volver a aplicarlo constituiría una amenaza para la estabilidad de la Economía Mundial.
Si tenemos en cuenta lo que ha dicho el Banco Popular de China, el cambio hacia un tipo de cambio determinado por el mercado es parte integrante de la liberalización financiera. Hay que tener en cuenta que la segunda mayor economía del mundo se enfrenta a desafíos materiales. Entre ellos una moneda influída por el fortalecimiento del dólar estadounidense en un momento en que la economía se está desacelerando.
Las autoridades de China han dejado claro a través de sus intervenciones que se sienten incómodos con la volatilidad cambiaria, pues ha sido excesiva. Además, Beijing cuente con herramientas de fondo a su disposición: reservas de divisas , un estrecho control sobre los conductos de sus finanzas nacionales, un superávit en cuenta corriente y un casi monopolio de los activos de yuanes. Una depreciación lenta y gestionada no sería sorpresa. De momento no se puede decir que sea algo ni bueno ni malo, solo queda esperara a nuevos movimientos.
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