Las posibilidades que ofrecen los productos financieros son muchas, por lo que podemos seleccionar un instrumento que se adapte a nuestro perfil y que cumpla con los objetivos que nos hemos marcado. A pesar de la dificultad a priori que podemos tener ante la inversión, esta no es tanta si se conoce bien el funcionamiento de aquello en lo que queremos invertir.
¿Productos tradicionales?
A menudo, caemos en la trampa de invertir en productos tradicionales, y que conocemos bien, como los depósitos, las cuentas remuneradas, cuentas ahorro y alguna que otra acción en empresas consolidadas como Telefónica o Banco Santander. Pero con un poco más de información, es posible que encontremos un producto que nos interese más que los tradicionales.
¿Son muy arriesgados los ETFs?
Los fondos cotizados o ETFs, tiene a menudo asociada una idea de riesgo, y de posible pérdida de la inversión, pero al igual que en todos los productos financieros, se ofrece un abanico de posibilidades dentro de ellos. Su funcionamiento es sencillo. Son una combinación de fondo de inversión e inversión en acciones.
¿Cómo funcionan exactamente?
El funcionamiento va de la mano de las acciones, ya que los ETFs funcionan en el mercado de acciones, y su compra venta es semejante, es decir que no hay que esperar al valor de cierre para realizar una operación, puedes hacerlo en la misma franja horaria que las acciones.
Por otro lado son fondos indexados, es decir, que al contratar un fondo, estas invirtiendo en una cesta de productos que, además de permitirte diversificar, replican exactamente cada evolución de aquello que conforma el índice.
¿Qué necesito saber?
Es importante conocer bien el nombre de los ETFs, ya que algunos son parecidos y tienen palabras en común, debido a que se refieren al mismo sector, país, o índice. También hay que tener en cuenta su estructura, qué elementos lo forman y que evolución han llevado durante los últimos meses, además de las previsiones futuras.
Los costes de los productos financieros en general, hay que tenerlos en cuenta, y sobre todo no olvidarse de ellos e incluirlos al hacer los cálculos de rentabilidad. Como punto final, es indispensable tener un objetivo junto con nuestra inversión, e ir modificándolo a medida que lo consigamos.